Caravana por la Paz en México: los que luchan en silencio contra los narcos
19/09/11
Recorre todo el país y está encabezada por el poeta Javier Sicilia, cuyo hijo fue asesinado.
Por AUGUSTO ASSÍA
Chiapas. Especial para Clarín
El poeta Javier Sicilia camina tranquilo y saluda con sonrisa cansada a todos los que se le arriman. Incluso a los curiosos que se acercan para fotografiarlo con el celular, a pesar de los 12 escoltas que lo rodean. Lleva la misma ropa desde hace varios días. Una indumentaria convertida ya en un símbolo: pantalón vaquero, camisa a cuadros, chaleco y sombrero de fieltro. Arrastra los pies y contesta con aburrimiento a los periodistas: ¿va a incorporarse a algún partido político ahora que llegan las elecciones?, ¿volverá a sentarse a dialogar con Felipe Calderón?, ¿cómo le han sentado las críticas?. Las respuestas suenan tan desgastadas y polvorientas como él: “No, no voy a entrar en política porque no quiero ser como ellos”. “Sí, hablaré con Calderón. Quiero saber por qué sigue empecinado en el horror”. “Las críticas me valen madre. La gente me sigue porque quiere y ustedes, los periodistas, también”. Después de cientos de kilómetros por todo el país, la Caravana por la paz acaba de llegar a Ciudad Hidalgo (Chiapas), y el calor es insoportable.
Entonces, el hombre que avanza arrastrando los pies, que contesta con desgana y que dejó de escribir ensayos y poesía cuando su hijo apareció con un disparo en el baúl del auto, se sube a la tarima y se convierte en un monstruo que lanza frases como misiles para hablar de un país que se desangra y que acumula más de 40.000 muertos en cinco años : “En tres meses hay casi 3.000 muertos por la guerra contra el narcotráfico. Hay miedo y terror social. Este es el país que tenemos y esta es una marcha que quiere quitar el silencio a nuestro dolor”. El es la cabeza de un país en el que convive una clase política decepcionante, una policía corrupta y una sociedad dividida pero en el que han surgido voces que tienen miedo, pero que no se callan, ni se quedan en casa. Un México que se quedó sin hijos, porque fueron ejecutados, pero que ha dado un paso al frente para exigir la limpieza de las instituciones, para dar nombre y apellidos a los muertos.
Es el México de la caravana de Javier Sicilia. O del padre Alejandro Solalinde, amenazado por el Cartel de los Zetas por proteger de la extorsión a los centroamericanos que van rumbo a EE.UU. O el de Julián Le Barón, hermano de Benjamín, asesinado hace dos años en Chihuahua como venganza tras la captura de un grupo de secuestradores a los que había denunciado. O de la humilde María Elena, que era madre de familia en Michoacán hasta que alguien se llevó a sus cuatro hijos, y dejó de ser madre y de tener familia sin que sepa todavía dónde están. Todos ellos se han sumado a este movimiento que ha dicho “Basta ya”. Hace algunas semanas el profesor español Arcadi Espada llegó a México para dar una conferencia sobre la violencia, desde el punto de vista de los medios de comunicación. Después de entrevistarse con altos mando de la seguridad el Estado les preguntó “¿dónde está y a disposición de quién la lista completa de las personas asesinadas en estos últimos años?”. No hubo respuesta. Según el ensayista no es un tema menor. “La cuestión tiene un indudable carácter moral: en una democracia como la mexicana se puede morir sin estar en una lista de muertes . Y ese es el asunto fundamental a la hora de definir lo que está pasando en el país”, decía Arcadi Espada.
Y lo que está pasando desde el punto de vista “macro” es que en 2008 hubo 5.207 ejecuciones, en 2009 6.587 y en 2010, 15.287.
También que, según la comisión de DD.HH de enero de 2006 a marzo de 2011 fueron enterrados 8.898 cuerpos no identificados, 5.397 personas fueron denunciadas como desaparecidas y que, desde que legó Calderón al poder, 697 cadáveres fueron enterrados en 156 fosas clandestinas. Un rosario de dramas, del que hasta ahora se tienen muchos datos y pocos nombres y apellidos. Si algo ha conseguido esta caravana es empezar la elaboración de un registro de víctimas y que estas den un paso al frente.
Así que cuando Sicilia se sentó con Calderón hace dos meses, este le dijo: “Mire bien nuestros rostros, señor presidente, somos víctimas inocentes. ¿Le parecemos bajas colaterales? ¿Números estadísticos? ¿El uno por ciento de los muertos? Usted debe pedir perdón. Está obligado a reconocer que su estrategia ha sido contraproducente”.
“Usted”, le dijo el poeta Sicilia, “no tiene nada que temer de nosotros, no tenemos intereses políticos, solo somos ciudadanos que hemos venido a hablar con usted. No le hemos venido a pedir que deje de combatir a los criminales, pero sí que revise su estrategia”.
Fuente: http://www.clarin.com/
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