Palabras con tradición [calaveritas]

Inmortaliza la tuya

Dentro de la lírica tradicional mexicana ubicamos a Las Calaveras, poemas satíricos en los que suele emplearse el verso castellano (octosílabo), habitual en canciones y “corridos”. La rima puede ser asonante o consonante, pero siempre variada. Las Calaveras son ejemplo del humor y la familiaridad con la muerte del pueblo mexicano. Toman su nombre de los desplegados realizados por José Guadalupe Posada donde las coplas eran ilustradas con sus inolvidables grabados de esqueletos y calaveras.


El protagonista de La Calavera es un personaje de la política o de la farándula, o el representante de oficios y profesiones diversas. También están presentes los estratos sociales o simplemente algún conocido o amigo. A veces se personaliza un lugar, un país o una situación. El protagonista siempre comparte créditos con La Muerte. Bajo sus apelativos —la huesuda, la flaca, la dientona, la parca— ella es pretexto para describir, increpar o hacer mofa del elegido para difunto.

Como toda expresión tradicional La Calavera resulta localista, sin embargo a ratos nos sorprende por su universalidad y su atemporalidad. Esta manifestación gráfico-lírica se convierte en testimonio de una época por lo que se refiere a su situación social y política, a los eventos trágicos y festivos, y a la descripción de las costumbres cotidianas como son el vestido y la comida.

Es una expresión que iguala a los desposeídos de la fortuna con los ricos, con los poderosos, con los cultos o con los pedantes. Y nada es tan solemne como la muerte; mas con ella, y por ella, La Calavera es memento mori jubiloso en el que la palabra y la imagen muestran las verdades que permanecen veladas a la vez que celebran, paradójicamente, la vida.

En la actualidad, en México la tradición de Las Calaveras perdura en el periodismo y en los ambientes familiares: como manifestación lúdica o como ácida consigna.

Presentamos un par de impresos de José Guadalupe Posada de los cuales transcribimos algunas Calaveras para facilitar su lectura.






De los artistas y artesanos
(primeras cuatro Calaveras)

AGUSTINILLO EL ALBAÑIL

Tú fuiste un buen albañil,
Cargaste sobre tus hombros
Los adoves, los escombros
Con dificultades mil.
Pusiste el tejamanil
Con una destreza rara,
Cargaste con tu cuchara
Al pasar á la otra vida,
Y hoy tu cara es convertida
En calavera muy rara.

CARPINTERO DE AFICION

Tú hiciste muchos primores
Como fueron malas puertas
Unas torcidas ó tuertas
Y otros malos mostradores.
Pero en fin, tus valedores
Que te quisieron de veras,
Vienen todos con sus ceras
Y muy piadosos á verte,
Que estás por tu infausta suerte
Entre tantas calaveras.

ENCUADERNADOR DE FAMA

Una biblioteca entera
A un doctor encuadernaste,
Y con él muy bien quedaste
Con obra tan placentera
Y tu fama por do quiera
Con gran éxito brilló;
Todo el mundo la admiró,
Y en el libro de la muerte
Por la desdichada suerte
Tu calavera se vió.

GRABADOR INTELIGENTE

Tú serías buen grabador,
Pero toda tu destreza
No te libró de que fueras
A la tumba de cabeza.
Sacude allí la pereza
Ya deja de ser lo de antes,
Que aburrías a los marchantes,
Y ahora en tu sepulcro labra
Con buriles elegantes
En tu obsequio una palabra.



La calavera de cupido

(También Cupido el travieso
Después de muerto es tronera,
Y llora de amor el hueso
Como todo calavera)


Fue sacerdote travieso,
Gustaba del bacalado,
Y le metía al colorado
Cuando le lloraba al hueso;
Comió también mucho queso
A solas con sus gatitas,
Tuvo sobrinas bonitas
Y aun hijas de confesión,
Fue un padrecito glotón
De muy sabrosas carnitas.


Era una preciosa güera
Que en este mundo hizo raya,
Gustó de ponerse falla,
Capota y hasta montera;
Y sobre su calavera
Hoy luce su añeja moda;
Al andar menéase toda
Como un bergantín velero,
Y ¡ay! Vales, con ese cuero
Ni el frío, creo, nos incomoda.


También esta fue en vestir
Viciosa y usaba cola;
Llevaba sombrilla y gola
Cuando iba la misa a oir;
Le gustaba perseguir
Solteros para casarse,
Mas quiso tanto adornarse
Con chinos, que su tontera
La hizo ser fea calavera
Y á nadie puede quejarse.


Gendarme de profesión
Murió con recuerdos malos,
Resultado de los palos
Que dió con su ocupación;
Se fue con resignación
En busca de unos trompetos,
Y aquellos malos sujetos
Me lo apalearon un día
Y fue a la difuntería
A cuidar los esqueletos.



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