Concebido en 1933 por el genial Harry Beck, el mapa del metro de Londres -conocido como Tube Map- representó un diseño revolucionario y único en su especie. Desde entonces, su dibujo fue copiado por la mayoría de los transportes subterráneos del mundo y se convirtió en uno de los íconos londinenses por excelencia.
Concebido en 1933 por el genial Harry Beck, el mapa del metro de Londres -conocido como Tube Map- representó un diseño revolucionario y único en su especie. Desde entonces, su dibujo fue copiado por la mayoría de los transportes subterráneos del mundo y se convirtió en uno de los íconos londinenses por excelencia.
Toda ciudad desconocida implica un reto de orientación para quien la visita. Y hay ciudades que obligan y llaman a gritos a ser exploradas, no sólo a través de sus calles sino también en sus medios de transporte más característicos.
El subterráneo de Londres -o metro, según se prefiera- abarca más de 408 kilómetros. A lo largo de los años, la clausura de casi cuarenta de sus estaciones dejó un saldo de 274 de las más de 300 paradas que llegaron a existir en su recorrido. No podía ser de otra manera: las necesidades de los pasajeros fueron dando prioridad a unas por sobre las demás. No obstante, algunas pocas lograron mantenerse en una especie de dimensión paralela, que parece suspenderlas en el tiempo, con sus clásicos azulejos decorados. Y es que son estaciones cargadas de historias, de sonidos que se apagaron, de presencias que ya no están.
Si de estaciones famosas se trata, la de Down Street (que funcionó entre 1907 y 1932) fue utilizada para las sesiones del gabinete de guerra de Winston Churchill, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Dicen también que el presidente habría aprovechado el recinto de la estación para dormir y protegerse de las bombas que -literalmente- caían sobre su cabeza.
Otro de los rumores de la época cuenta que, durante la guerra, en los túneles abandonados del metro londinense se guardaron los mármoles del Partenón, que al día de hoy son exhibidos en el British Museum. El mismo museo tenía, incluso, su propia estación, que fue cerrada en 1933.
La gestación del tube
En la segunda mitad del siglo XIX, en el marco de la revolución industrial, Londres era una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo. Fue entonces cuando el transporte de sus más de seis millones de habitantes en un área urbana cada vez más extendida se convirtió en un problema agobiante.
En 1860 comenzaron las obras en la primera vía del subterráneo. Y, poco a poco, los distintos avances de la tecnología fueron solucionando los problemas que acarreaba el medio de transporte en boga. Así, por ejemplo, el dilema del humo se solucionó con la adopción de la tracción eléctrica. Pero la relación con el público continuaba siendo tensa y ambivalente, situación a la que contribuyó una serie de escándalos financieros.
Con la idea de mejorar la imagen pública del metro, en 1908 se nombró como jefe de publicidad a Frank Pick, un joven perito en estadística. El proyecto de Pick incluía la creación de un programa que combinara las actividades de la compañía y estableciera una imagen positiva en la mente de los consumidores (pasajeros, en este caso), para contrarrestar la mala prensa existente. Para darle forma a su proyecto le encargó al reconocido calígrafo Edward Johnston el diseño de una tipografía especial para los carteles y avisos, los cuales tienen vigencia hasta estos días. Johnston también estuvo relacionado con el diseño del signo del círculo rojo, que se ha convertido en símbolo de todo el transporte público de Londres.
Pick siguió cumpliendo con su misión de refrescarle la cara al metro al rediseñar las estaciones, supervisar el diseño de la tapicería de los asientos y designar áreas específicas para la publicidad, lo cual puso fin a la masa caótica de carteles y panfletos que reinaba hasta ese momento. Fue suya también la idea de encargar a selectos artistas de la época la realización de afiches con información y publicidad del subterráneo, que rara vez eran empleados para la publicidad directa, porque ya entonces había un claro objetivo de no invadir al pasajero con comunicaciones agresivas. Lo que se buscaba, en cambio, era atraerlo indirectamente para que viajara en horas de baja congestión, como en salidas nocturnas o en actividades recreativas con la familia.
En 1930 el metro ya poseía decenas de líneas que se entrecruzaban, algunas excavadas a gran profundidad y otras en la superficie o semicubiertas. Y los mapas de la red, llenos de curvas e intersecciones, resultaban muy difíciles de entender.
El salvador
Entonces apareció Harry Beck. De profesión ingeniero electrónico, Beck generó un plano de la red que hasta hoy es considerado una obra genial. Su diseño no plasma las curvas, los desvíos, las distancias exactas o las distintas profundidades de las líneas. Simplemente se estructura en torno a líneas rectas y ángulos de 45 y 90 grados, aunque la realidad diste mucho de esta abstracción.
Es decir que, en lugar de seguir el parámetro de los modelos anteriores, que eran topográficamente fieles a la superficie, Beck decidió imitar la estructura de un diagrama de red eléctrica, influido quizás por su profesión.
Así, el ingeniero comprendió que los usuarios del tren subterráneo no necesitaban saber en todo momento dónde se encontraban respecto de la superficie. Esta orientación resultaba útil únicamente cuando los pasajeros salían de las estaciones y, en cambio, sí era importante toda la información relativa a las conexiones entre líneas. Al simplificar el intrincado trazado del metro y limitar la información que ofrecía a la estrictamente necesaria, el plano ganó en legibilidad y comprensión y, por ello, fue rápidamente imitado.
Pese a que desde la publicación del mapa -en el año 1933- la red ha sufrido cambios de gran magnitud, la creación de Beck continúa siendo la base del diagrama del metro londinense y ha influido en la representación gráfica de casi todos los sistemas subterráneos del mundo.
Estilo Underground
Paralelamente a la publicación del mapa y a su pronta evolución, Pick tenía la idea de transformar al metro en un museo en sí mismo y se entusiasmaba cada vez más con los afiches. Así fue como empezó a encargarlos él mismo y a dar ánimo a artistas nuevos y talentosos para que probaran sus habilidades en el diseño de afiches. Siempre hubo lugar para todos los estilos, desde la representación más literal hasta el impresionismo más salvaje, pero lo importante era que el tema fuera comprensible para el hombre de la calle, para el pasajero diario.
Las décadas del 20 y el 30 constituyeron la época de mayor esplendor en materia de afiches y dieron cuenta de la influencia de una serie de movimientos artísticos. Entre quienes participaron se puede mencionar a Graham Sutherland, Man Ray y el estadounidense McKnight Kauffer, realizador de múltiples obras para el subterráneo londinense.
La herencia de Beck
La original idea de Beck fue pronto copiada por la mayoría de las compañías de subterráneo y ómnibus de todo el mundo. El ingeniero continuó actualizando el Tube Map de manera independiente, aunque fueron varios los cambios que se implementaron sin su aprobación.
Beck luchó furiosamente para recuperar el control del mapa, pero la responsabilidad de su diseño fue eventualmente otorgada a otros diseñadores y encargados de publicidad de London Transport, como Harold Hutchinson y Paul Garbutt. El primero introdujo una nueva línea al mapa y el segundo cambió el estilo para que se pareciera más al de Beck de los años 30, además de implementar la forma de un recipiente de laboratorio para la Circle Line (una de las líneas del subterráneo londinense, identificada en los modernos mapas con el color amarillo). Más allá de que Beck prefirió esta última versión a la de Hutchinson, no estaba completamente satisfecho. Así fue que comenzó a hacer un nuevo mapa, basado en sus trabajos previos y en las ideas de Garbutt.
Tras haber demorado mucho tiempo para reconocer la importancia de Beck como el diseñador original del Tube Map, London Regional Transport finalmente creó la galería Beck en el London Transport Museum a principios de los 90, donde pueden verse sus trabajos. Además, una placa conmemorativa fue colocada en la estación Finchley Central, la estación más cercana al domicilio de Beck.
El pasado marzo, los televidentes de la BBC y los visitantes del London Design Museum eligieron por votación al Tube Map como el segundo mejor diseño británico del siglo XX. Sólo un avión pudo ganarle, el Concorde.
Fuente de inspiración
El diseño del Tube Map se ha hecho tan conocido que actualmente remite a una representación instantánea de Londres. Remeras, postales y todo tipo de souvenirs llevan el característico dibujo.
Como si esto fuera poco, también ha hecho las veces de plataforma para la expresión de otras múltiples actividades artísticas: el original diseño ha inspirado, entre otros, a reconocidos pintores. Y el mismísimo Underground se transformó en museo más de una vez. De hecho, el programa “Platform for art”, lanzado en los últimos años, comprende conciertos y exposiciones en distintas estaciones del metro.
The Tate Gallery, obra realizada en 1986 por David Booth, ha probado ser uno de los pósters más populares y que mayores ventas ha registrado alrededor del mundo. Se inspira, por supuesto, en el diseño de Beck. Se trata de un aviso del famoso museo nacional británico que muestra las características líneas del subterráneo transformadas en chorros de pintura de diferentes colores, como recién salidas de sus tubos. En el afiche se lee la palabra Pimlico, el nombre de la estación más cercana a la Tate Gallery.
La obra de Booth -al igual que otras tantas- funcionó como patrocinadora del arte, al exhibir trabajos originales en formato de afiche, en los espacios publicitarios del metro que no se utilizaban.
En la Tate Modern (una de las cuatro galerías asociadas que forman la Tate Gallery) cuelga The great bear, de Simon Patterson (1992). Esta sutil parodia del diseño original de Beck, en la cual los nombres de las estaciones del moderno mapa han sido reemplazadas por los de filósofos, actores, políticos y otras celebridades, debe su nombre a la constelación de la Osa Mayor.
En el año 2006, el periódico The Guardian publicó un mapa que, basado en el diagrama de las líneas de subte, pretendía mostrar las relaciones entre artistas y géneros musicales del siglo XX. La creación fue obra de Dorian Lynskey, crítico especializado en música.
En esta original versión, la línea que representa al rock empieza en la estación The Clash, pasa por The Rolling Stones, The Who y The Beatles, y termina en Radiohead. También están los distintos recorridos del soul, el british folk, la electrónica, el avant-garde, el jazz, el hip-hop, el blues y lo clásico.
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